Maximiliano Guerra sale a jugar en La Matanza apadrinado por Patricia Bullrich


Las calles de Isidro Casanova, en La Matanza, fueron para Maximiliano Guerra un escenario distinto que se sumó a los tantos trajinados con su arte de bailarín. Hace un mes, el artista, que dejó la actividad profesional hace dos años porque ya no se sentía "como en el living" de su casa, tomó la delantera de un equipo dentro de Pro dedicado al trabajo social y que comenzó sus actividades en ese bastión político del peronismo en el conurbano bonaerense.

Con Patricia Bullrich, presidenta de Pro, como mentora de la iniciativa, Guerra sale a recorrer barrios con necesidades variadas, enfocado en la capacitación y la asistencia sanitaria, y con un fuerte discurso contra "los gestores de la pobreza". En la conducción del proyecto social trazan una línea de continuidad con el espíritu del Servicio Cívico Voluntario en Valores, que Bullrich implementó en su gestión como ministra de Seguridad.

El bailarín se acercó a Mauricio Macri cuando la derrota electoral de 2019 condenaba al exmandatario a dejar la Casa Rosada. "Siempre tuve el bichito de la política, una vocación política y social. En 2019, cuando se puso fea la cosa con las PASO, hablé con Mauricio y le dije que estaba, que tenía ganas, que sentía que era el momento después de 19 años de vivir en Europa. Mauricio me dijo de hablar con Patricia Bullrich. A ambos los conozco desde hace años", cuenta Guerra al diario LA NACION.



"Patricia me encargó que, con Daniel Barberis, armáramos el Pro Social. Se armó la pata social del partido, que fue una de las cosas que fallaron en la gestión pasada", afirma el bailarín, que combina su tarea política con el dictado de clases de danza.

Antes del cierre del año pasado, Guerra visitó parroquias en una villa de Isidro Casanova y también dialogó con un pastor evangélico de la zona. Acompañado por Alejandro Finocchiaro, excandidato a intendente del distrito por Cambiemos, recorrió un operativo oftalmológico que realizaban militantes de Pro Social en La Matanza. Fue el puntapié inicial para una tarea que él y otros integrantes de ese espacio piensan a escala nacional. Las recorridas siguieron por Luján y Junín, entre otros puntos que mencionó Guerra.

Desde su carta de presentación, el espacio social liderado por Guerra se plantea "promover relaciones de colaboración con los distintos actores sociales de la comunidad que trabajen en el territorio" y "ser el nexo entre los referentes sociales genuinos y la dirigencia partidaria".



"Buscamos articular y generar puentes. Vemos las necesidades y cómo ayudar. Sin ser gobierno es más difícil tener las herramientas a mano, pero mucha gente ayuda. En la emergencia, hay que darle el pescado a la gente, pero buscamos enseñar a pescar. Lo que más dignifica es el mérito, algo que el Gobierno critica", sostiene el bailarín.

Bullrich destaca de Guerra "su propia experiencia de usar el baile como mecanismo de transformación para jóvenes que necesitan acompañamiento". Y describe el proyecto: "El Pro Social tiene como idea ir reuniendo buenas prácticas que transformen la vida de la gente, no que la sostengan en la pobreza. El objetivo es que esas experiencias sirvan para un plan nacional que transforme la política social en una política de movilidad y no de estancamiento".

La iniciativa retoma el espíritu del Servicio Cívico Voluntario en Valores, un programa que implementó Bullrich cuando era ministra de Seguridad con la intención de capacitar a jóvenes de entre 16 y 20 años, y se desarrollaba en sedes como la de Gendarmería en Campo de Mayo.

"Como idea, es una continuidad del Servicio Cívico Voluntario en Valores", afirma Daniel Barberis, exfuncionario del Ministerio de Seguridad que fue coordinador del Servicio Cívico Voluntario e integra la Mesa de Coordinación Nacional de Pro Social. "Fue una experiencia extraordinaria. [La ministra de Seguridad, Sabina] Frederic lo dio de baja y no lo reemplazó por nada", agrega.

Barberis subraya que no tienen "ninguna intención de reemplazar al Estado" y que "construir política social es construir personas libres, no esclavos". Y elogia con ganas al bailarín clásico que es la cara visible de esta pata del partido de Macri: "Es nuestro referente. Aporta su disciplina, que viene de su formación. Está haciendo su incursión en la política social y es una excelente persona".

El desembarco de figuras conocidas en la política suele derivar en rápidas candidaturas. Guerra asegura que no piensa en eso en estos momentos. "Mi lugar, por ahora, es donde estoy. Nunca me apuré", señala.

"Estoy con todo al mismo tiempo. Dejé los escenarios hace dos años porque dejé de sentir que estaba como en el living de mi casa. Doy clases con diferentes plataformas y también virtuales", describe el bailarín, una nueva carta del macrismo para sumar presencia en barriadas cargadas de necesidades.

Fuente: (Zona Sur Diario / La Nación)

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